jueves

Es que hay cuestas.

Hoy podría ser el primer día en que fueras en bici al trabajo, pero es cuesta arriba.

Claro, Amsterdam y Copenhague tienen truco: Son planas. Como Berlin, Londres y tantas ciudades bike-friendly.

Los españoles también somos campeones en fundar ciudades donde más cuestas había. En las que no hay (Sevilla) hay bicis, y en las que sí (Cuenca) no ves ni una.


¿Así que podemos afirmar que si hay cuestas no hay bicis? No. Siempre nos quedará San Francisco. Donde se editan mapas en los que se indican el grado de pendiente de las calles para poder planear las rutas con antelación y no encontrarte con Jones St. en los morros. O donde los medios de transporte facilitan medios para colocar las bicis y así combinar perfectamente bicis y transporte público.


Probablemente no podremos contar con que la política nos ayude, así que ahí van algunas soluciones alternativas:


Una. Conocer tu ciudad, o planificar las rutas habituales a través de herramientas tan útiles como Google Maps, en donde podremos buscar vías alternativas con menos cuestas para llegar al mismo sitio. Podría ser perfecto pero por ahora está bien.


Dos. Si vives en una ciudad en la que no te vas a librar de subir unas cuantas cuestas, es preferible tener una bici que tenga desarrollo suficiente, y saber usarlo, para poderlas subir con comodidad. Montar en bici te pone en forma, así que cierta asiduidad también es una manera de no dejarse impresionar tanto por los porcentajes de pendiente.


Tres. Recuerda siempre que después de una cuesta arriba viene una cuesta abajo.Eso ayuda a subir.

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